El 70% de nuestras defensas se encuentran ubicadas en el intestino e impiden la entrada de gérmenes patógenos. Aprovechando el Día Europeo del uso prudente de antibióticos y la Semana Mundial de Concienciación sobre el uso de estos fármacos, hemos preparado este post para hablaros de los probióticos: una alternativa para cuidar tu salud frente a resfriados o gripes comunes. ¿Quién no ha pasado por esos días en que los virus y bacterias le dejan sin fuerzas y con malestar general? Las estadísticas hablan por sí solas y nos dicen que hasta 3 de cada 4 personas se resfrían al menos una vez al año, siendo más frecuente entre las mujeres. Además, el riesgo de padecer estas enfermedades se incrementa en otoño e invierno, pero, ¿qué pautas has seguido para combatirlos?
En la actualidad, numerosos estudios han demostrado que determinados probióticos contribuyen a reforzar y aumentar las defensas mejorando el sistema inmunitario. Por ello, puede ser muy beneficioso hacer uso de los ellos cuando tenemos gripe, resfriados y, en general, enfermedades infecciosas como la cistitis o la vaginitis, entre otras.
Pero volviendo a los resfriados, serían más leves si nuestra microbiota estuviera equilibrada. El desequilibrio produce una bajada de las defensas y, por tanto, no podemos hacer frente a los virus y bacterias instalados en nuestro organismo. Por tanto, las bacterias probióticas ayudan a cambiar nuestra microbiota para que esta a su vez actúe modulando nuestras defensas, reduciendo las infecciones respiratorias, la duración e intensidad de los síntomas y, en general, fortaleciendo nuestro sistema inmunitario. Además, tienen otros muchos beneficios como:
– Mejora y regula el tránsito intestinal.
– Ayuda a digerir ciertos alimentos.
– Interviene en la síntesis de vitaminas del grupo B.
– Mejora la absorción del calcio. Generalmente, los probióticos resultan seguros y tolerados por la mayoría de los consumidores. No obstante, en personas con una enfermedad grave que involucre el sistema inmunitario, el uso de probióticos debe ser supervisado por el médico. De forma paralela, podemos ayudarnos de alimentos o complementos naturales que pueden estimular nuestras defensas, como la equinácea, propóleo, cítricos, jengibre, hongos como el shiitake, maitake o reishi, jalea real, ajo, tomillo o astrágalo.