La serotonina intestinal, una conexión entre la microbiota y el cerebro
Te lo contamos todo sobre la serotonina intestinal, un neurotransmisor que conecta la microbiota y el cerebro. ¡Sigue leyendo!
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Cuidar de nuestra salud intestinal es también cuidar de nuestra salud emocional. Existe todo un sistema de intercambio de información entre la microbiota intestinal y el cerebro, en el que la serotonina juega un papel fundamental. 

El eje intestino-cerebro es un sistema de comunicación bidireccional entre el sistema nervioso central y el tracto gastrointestinal. La serotonina, hormona de la felicidad, funciona como un neurotransmisor clave entre ambos. Por ello, cualquier desequilibrio en el hábitat intestinal puede suponer también un desequilibrio emocional. 

¿Quieres saber cómo te afecta la relación entre la microbiota y la serotonina? ¡Sigue leyendo! 

El eje intestino-cerebro: una comunicación bidireccional 

Cada vez hay más pruebas de que la microbiota intestinal desempeña un papel fundamental en la regulación del funcionamiento normal del eje intestino-cerebro.  

La comunicación entre estos dos órganos se produce a través de tres vías:  

  • El nervio vago, uno de los principales nervios del sistema nervioso que conecta el tronco cerebral con los órganos esenciales del cuerpo. 
  • La vía sistémica (mediante la liberación de hormonas, metabolitos y neurotransmisores, como la serotonina). 
  • El sistema inmune (por la acción de las citocinas, un tipo de proteínas esenciales para controlar el crecimiento y la actividad de otras células del sistema inmunitario y las células sanguíneas). 

Los bajos niveles de serotonina se han asociado a trastornos mentales como el autismo, la esquizofrenia, la depresión, la ansiedad, el trastorno obsesivo compulsivo y los trastornos de la conducta alimentaria.  

Además, esta conexión entre el intestino y el cerebro se postula como una posible explicación a algunos de los trastornos neurológicos más frecuentes, como la enfermedad del Alzheimer, el Parkinson o la esclerosis múltiple. 

eje intestino-cerebro

La intervención terapéutica en la microbiota intestinal podría ser una estrategia de tratamiento viable para los trastornos del eje cerebro-intestinal relacionados con la serotonina. Asimismo, el empleo de probióticos podría ser también una importante herramienta terapéutica para enfermedades neurológicas. 

¿Qué es la serotonina intestinal? 

La serotonina, también conocida como “la hormona de la felicidad”, es un importante neurotransmisor en el sistema nervioso central y el sistema nervioso entérico (una subdivisión del sistema nervioso autónomo que se encarga de controlar directamente el aparato digestivo).  

El 95% de la serotonina se produce en el intestino. Esta hormona es un importante neurotransmisor del eje cerebro-intestino. 

En el intestino, la serotonina regula los movimientos intestinales y la secreción de moco, enzimas y hormonas, principalmente. En el sistema nervioso central, modula el estado de ánimo, la cognición y el sueño

La serotonina regula diversos aspectos de la conducta social, la alimentación, el sueño, la atención, la ansiedad, los ritmos circadianos y la conducta sexual. 

¿Cuál es la relación entre microbiota y serotonina? 

La microbiota intestinal es también conocida como nuestro “segundo cerebro” por el papel regulador que ejerce sobre el sistema nervioso central a través de vías neuronales, químicas e inmunológicas.  

La microbiota de un individuo varía a lo largo de su vida y su composición se ve afectada por la dieta, el estilo de vida o el consumo de antibióticos, entre otros factores. 

Como comentábamos, la microbiota puede estimular la producción de serotonina y, a su vez, está relacionada con el estreñimiento, las náuseas o las diarreas, síntomas que a menudo tienen mucho que ver con las emociones. 

El estado de la microbiota afecta al comportamiento humano y, a su vez, alteraciones en el comportamiento producen cambios en la microbiota.  



Las bacterias intestinales producen ácidos grasos de cadena corta, que estimulan directamente la producción de serotonina. De este modo, para mantener los niveles adecuados de serotonina, es necesario cuidar la microbiota. 

La pérdida del equilibrio de las bacterias intestinales (disbiosis) altera el diálogo entre la microbiota y el resto de los sistemas (nervioso, endocrino e inmunitario). Por ello, un desequilibrio en la microbiota intestinal puede resultar en problemas digestivos, alergias y problemas de salud mental, entre otros. A su vez, estos problemas de salud pueden alterar la microbiota.  

Por suerte, los probióticos tienen la capacidad de restablecer el equilibrio natural de las bacterias intestinales. De hecho, se ha comprobado que los probióticos promueven un equilibrio saludable de la microbiota y se han relacionado con un amplio abanico de beneficios para la salud

¿Cómo aumentar la serotonina? 

Toma nota de estas pautas para aumentar tus niveles de serotonina (¡y mejorar tu estado de ánimo!): 

  1. Incrementa el consumo de triptófano, un aminoácido que nos ayuda a producir serotonina. Incluir en tu dieta alimentos ricos en triptófano te ayudará a mejorar tus niveles de serotonina. Se encuentra principalmente en los alimentos ricos en proteínas, como el pavo y el salmón. 
  1. Más ejercicio, más felicidad. El ejercicio provoca la liberación de triptófano en sangre. También puede disminuir el número de otros aminoácidos, y esto crea un entorno ideal para que llegue más triptófano al cerebro. 
  1. Consume probióticos. Puedes aumentar el triptófano en sangre tomando suplementos probióticos o comiendo alimentos ricos en probióticos, como el yogur y otros alimentos fermentados. 
  1. La vitamina del sol es tu aliada. Pasar tiempo al sol ayuda a aumentar los niveles de serotonina y mejorar el estado de ánimo. De ahí que sea aún más importante hacerlo en invierno,  ya que hay menos horas de luz solar.  
  1. Practica técnicas de relajación. El estrés disminuye la serotonina y aumenta los niveles de cortisol. Esto empeora nuestra salud tanto física como mental. Controlar tus niveles de estrés es importante para protegerte de sus efectos nocivos en la salud digestiva y, a la vez, en nuestro comportamiento. 

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