Calor y problemas digestivos asociados a cambios de temperatura
Los problemas digestivos más comunes en épocas de calor suelen ser el estreñimiento, la diarrea, las náuseas y la acidez. En este post te explicamos qué hacer para evitarlos.
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La salud humana se ve afectada en ocasiones por factores externos como el clima y las variaciones en la temperatura asociadas a los cambios de estación. Es común, por ejemplo, sufrir enfermedades ligadas a determinadas épocas del año, como los resfriados en invierno o las alergias en primavera. El sistema digestivo también suele verse afectado por estos cambios de temperatura. Los síntomas digestivos más comunes en épocas de cambio de temperatura suelen ser el estreñimiento, la diarrea, las náuseas y la acidez, que te pueden acompañar especialmente a finales de primavera y principios del verano.

Principales causas de los problemas digestivos en verano

El calor puede aumentar los problemas digestivos. Los cambios de temperatura incrementan la proliferación de virus, bacterias y parásitos en el ambiente, lo que puede causar diversas infecciones gastrointestinales. Además, las altas temperaturas también pueden provocar que las bacterias malas de nuestro intestino se expandan. Esto puede desencadenar o empeorar síntomas como la diarrea y la hinchazón. Varias investigaciones demuestran una asociación variable entre la temperatura y las infecciones gastrointestinales. A medida que la temperatura aumenta, las causas bacterianas de las infecciones gastrointestinales parecen incrementarse también y esta asociación se ve influida por la humedad y las precipitaciones. Además, cuando nos exponemos a temperaturas más altas, nuestro organismo redirige el flujo sanguíneo para ayudarnos a mantener la temperatura corporal, enviando la sangre a la piel para expulsar el calor. Esta redirección del flujo sanguíneo puede afectar a nuestro tracto gastrointestinal, ya que el sistema digestivo necesita la cantidad adecuada de sangre para funcionar de forma óptima. Precisamente esta es la causa de los cortes de digestión (hidrocución), provocados por un contraste térmico cuando nuestro cuerpo entra en contacto con un factor externo, como el agua. La sangre, que estaba concentrada en la digestión, ha de repartirse repentinamente por el cuerpo para cumplir con otras funciones. Los síntomas más comunes del corte de digestión son dolor de estómago, mareos, bajada de la presión arterial, escalofríos… También debemos tener en cuenta que durante el verano solemos realizar muchos viajes y picnics al aire libre, en los que a veces los alimentos están expuestos a cambios de temperatura que pueden perjudicarlos y provocar infecciones gastrointestinales. Picnic saludable en verano También es más fácil que nos deshidratemos en esta época del año, especialmente cuando se realiza un ejercicio excesivo. La deshidratación puede ocasionarnos estreñimiento y náuseas. Por último, el calor es una forma de estrés para nuestro cuerpo y uno de los sistemas más afectados por el estrés es el digestivo, ya que puede provocar desequilibrios en la microbiota intestinal. Todos estos factores pueden afectar a tu sistema digestivo causando:

  • Estreñimiento.
  • Diarrea.
  • Acidez.
  • Hinchazón.
  • Indigestión.
  • Náuseas.

Los alimentos pueden transmitir infecciones digestivas en verano

Los virus, las bacterias y los parásitos son causas comunes de infecciones gastrointestinales. Las distintas vías de transmisión de estos patógenos pueden clasificarse en infecciones gastrointestinales transmitidas a través de:

  • Los alimentos.
  • El agua.
  • Vectores (organismos vivos que pueden transmitir patógenos infecciosos entre personas o de animales a personas).
  • De persona a persona.

Diversos estudios se centran en las enfermedades transmitidas por la alimentación y la hipótesis es que existe una asociación entre la temperatura y las infecciones gastrointestinales transmitidas por los alimentos. Estas pueden originarse debido a la contaminación de los alimentos durante el procesamiento, el transporte o la preparación de estos. Existe evidencia de que el crecimiento de los microorganismos patógenos puede verse influido por el clima, y algunas enfermedades transmitidas por los alimentos muestran una estacionalidad. Por ejemplo, la salmonelosis es más frecuente en verano, mientras que las infecciones por Campylobacter alcanzan su punto máximo en primavera.

Calor y problemas digestivos: cómo cuidarnos

Como hemos visto, el calor puede causar diversos problemas digestivos. Por suerte, los hábitos saludables y los cambios en tu dieta pueden ayudarte a pasar un verano sin complicaciones y disfrutar del buen tiempo:

Evita la deshidratación

Una de las razones por las que parece que el calor afecta a la digestión es debido a nuestra tendencia a deshidratarnos en verano. La deshidratación puede provocar complicaciones como el estreñimiento y, en casos extremos de insolación, incluso náuseas.

Nuestro cuerpo intenta constantemente regular su temperatura, adaptándose a la temperatura ambiental. En verano, el mecanismo que tiene el cuerpo de regular la temperatura es la sudoración, lo que significa que nuestro organismo expulsa agua a través de la piel. Para reponerla, es importante que ingiramos la suficiente cantidad de agua.

Un buen truco es asegurarse de beber agua antes de que el cuerpo empiece a dar señales de sed. Este método evitará que bebas demasiado cuando estés sediento, cosa que podría provocar hinchazón.

Importancia de beber agua

Tómate tu tiempo para comer

Con el calor, tu cuerpo gasta una gran cantidad de energía para mantener una adecuada temperatura interna. Esa energía se desvía de hacer otras cosas, como la digestión.

Comer despacio hará que tu sistema digestivo pueda adaptarse al ritmo de tu organismo. Corta la comida en trozos pequeños y mastica bien cada bocado.

Conserva los alimentos de manera adecuada

Mantén tanto los alimentos calientes como lo fríos en su temperatura ideal. El calor del ambiente puede hacer que proliferen bacterias que pueden dañar nuestra microbiota intestinal.

Nunca dejes alimentos al sol y procura que los productos frescos no estén fuera de la nevera por mucho tiempo. Te recomendamos leer los protocolos de seguridad alimentaria de cada alimento que consumas.

No dejes de consumir fibra

Durante una ola de calor, cuando la digestión se ralentiza, los alimentos ricos en fibra pueden ser nuestros mejores aliados. Come muchas verduras de hoja verde y aumenta tu consumo de frutas. No sólo son ricas en fibra, también son muy refrescantes y te mantienen hidratado.

Haz ejercicio, pero cuídate del calor

Un entrenamiento de alta intensidad a pleno mediodía te hará correr el riesgo de sufrir un mareo o un golpe de calor. Los vómitos, los mareos y las náuseas son indicios de que estás en camino de sufrirlo.

Sin embargo, esto no significa que debas evitar el ejercicio por completo. Prueba algunas actividades de baja intensidad en las horas de menos sol para facilitar el tránsito intestinal. Salir a dar un paseo, por ejemplo, es una buena forma de disfrutar del aire libre y movernos.

Bibliografía

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Ghazani, M. et al. (2018). Temperature Variability and Gastrointestinal Infections: A Review of Impacts and Future Perspectives. National Library of Medicine. Recuperado de: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5923808/

Alexander, G. J., McConnachie, S. (2004). The effect of temperature on digestive and assimilation efficiency, gut passage time and appetite in an ambush foraging lizard, Cordylus melanotus melanotus. National Library of Medicine. Recuperado de: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/14598178/

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