Qué es la inulina, un prebiótico para tu salud intestinal
Una alimentación saludable no solo ayuda a nuestra salud intestinal, sino que favorece un buen estado de nuestra salud integral. En esta entrada te explicamos el papel de la inulina para tu salud intestinal.
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Una alimentación saludable no solo ayuda a nuestra salud intestinal, sino que favorece un buen estado de nuestra salud integral. La mayoría de los nutrientes se absorben en el intestino delgado, por lo que, mantener un buen funcionamiento del aparato digestivo puede ayudarnos a disminuir el riesgo de padecer ciertas enfermedades. Por ejemplo, muchos estudios han demostrado la relación entre la alimentación, la microbiota intestinal y algunas enfermedades crónicas, como pueden ser las enfermedades inflamatorias intestinales, la diabetes tipo 2 o el cáncer colorrectal. Por ello, en los últimos años se ha estudiado el papel de la alimentación en la modulación de la microbiota intestinal, así como la importancia de los probióticos y prebióticos. Respecto a los prebióticos, las bacterias que habitan el intestino grueso dependen de los sustratos fermentables, lo que hace de la dieta un factor clave en la composición de la microbiota intestinal. Muchos de los beneficios de nuestra microbiota intestinal parecen derivar de su capacidad de fermentar componentes de la dieta, sobre todo la fibra. A través de la fermentación, la microbiota intestinal genera metabolitos (pequeñas moléculas implicadas en procesos del cuerpo humano) como los ácidos grasos de cadena corta (AGCC).

Los prebióticos y la salud digestiva

Los prebióticos son ingredientes de nuestra dieta que no pueden ser digeridos y fermentan selectivamente en el colon, estimulando el crecimiento de ciertas especies de microorganismos y produciendo cambios específicos en la microbiota que suponen un beneficio para el que los consume. Es decir, que los prebióticos sirven de sustrato, de alimento, para esos microorganismos buenos que están en nuestro interior. Sin ellos, nuestra microbiota intestinal no tendría cómo alimentarse.

Requisitos de los prebióticos

No todas las fibras son prebióticas, ya que no todas fermentan de forma selectiva en el colon o no son capaces de proporcionar un beneficio. Los criterios para denominar a una fibra “prebiótica” son:

  • Ser resistente a los ácidos del estómago, no ser hidrolizado (dividido en partículas) por las enzimas digestivas y no ser absorbido en la parte superior del tracto gastrointestinal (esófago, estómago o duodeno).
  • Ser fermentado selectivamente en el colon por bacterias beneficiosas.
  • Estimular el crecimiento de la microbiota intestinal o producir cambios en la misma.

Tipos de prebióticos

Las fibras prebióticas más estudiadas son los frutooligosacáridos (FOS), los galactooligosacáridos (GOS) y la inulina. Aun así, podemos encontrar muchos otros tipos de prebióticos, como xylooligosacáridos, pecticoligosacáridos, lactulosa o el almidón resistente, entre otros. La inulina como prebiótico La inulina es un polisacárido (hidrato de carbono) compuesto de cadenas de fructosa. Se encuentra generalmente en raíces, ciertas plantas, tubérculos… Una vez ingerida, la inulina libera fructosa durante la digestión, aunque en pequeña proporción, puesto que el organismo humano no tiene enzimas específicas para hidrolizarla (dividirla en pequeñas partículas). Como alimentos ricos en inulina podemos encontrar: achicoria (64,4%), cebolla (8,6%), alcachofa de Jerusalén (31,5%), trigo (2%), plátano (1%). Los fructooligosacáridos como prebiótico Los fructooligosacáridos (FOS) son oligosacáridos (varios monosacáridos unidos por enlaces) que están formados por glucosa y fructosa. También se suelen llamar oligofructosas, oligofructanos o directamente FOS. Como alimentos ricos en fructooligosacáridos podemos encontrar: Espárragos (5%), puerros (11,7%), ajo (17,5%). Otros: remolacha, cebolla, alcachofa, trigo, miel, plátano, cebada, tomate y centeno. Alimentos ricos en fibra prebiótica que podemos encontrar fácilmente

  • Cebolla: contiene contiene fructooligosacaridos e inulina en un 2-6%.
  • Ajo común: contiene antioxidantes y ayuda al mantenimiento del hígado en condiciones saludables. Posee entre un 9 y un 16% de inulina.
  • Alcachofa: es un alimento conocido por los beneficios que aporta al hígado. Estimula la producción de la bilis, lo que ayuda principalmente a la digestión de las grasas. Contiene entre un 3 y un 10% de inulina.
  • Puerros: ayuda a mantener los niveles de glucosa, contribuye a un correcto funcionamiento del organismo. Contienen de un 3% a un 10% de inulina.
  • Diente de león: contribuye al bienestar digestivo. Contiene niveles elevados de inulina, entre el 12% y el 15%.
  • Espárragos: contienen entre el 2% y el 3% de inulina.

Alimentos prebióticos

¿Todas las fibras son prebióticas? Diferencias entre la fibra dietética y la fibra prebiótica

La definición de fibra dietética y fibra prebiótica muchas veces se solapa, pero no todas las fibras son prebióticas. Aunque las fibras tienen la capacidad de resistir a las enzimas digestivas y a los ácidos del estómago, no todas pueden ser selectivamente fermentadas por la microbiota. Es decir, pueden ser fermentadas en el colon y/o excretadas parcialmente por las heces. Para que se considere que una fibra tiene efecto prebiótico, es necesario que cumpla al requisito de ser fermentada selectivamente en el colon y proporcionar un efecto beneficioso en la modulación de los microorganismos. Estimular el crecimiento de la microbiota intestinal o producir cambios en la misma. Algunos de estos componentes de la fibra cumplen estrictamente los criterios para ser considerados como prebióticos (inulina, fructo-oligosacáridos, galacto-oligosacáridos, oligosacáridos…). Sin embargo, otros componentes de la fibra son difíciles de clasificar; por ejemplo, la goma guar, un tipo de fibra soluble fermentable, que promueve en parte el crecimiento de bacterias probióticas, pero también actúa como sustrato general (no específico) de las bacterias colónicas («alimento colónico fermentable»), por lo que no podría considerarse en sentido estricto como tal «prebiótico».

Papel de los prebióticos en la microbiota intestinal

El tracto gastrointestinal humano alberga la mayor cantidad microbiana, que se estima que es de alrededor de 40 millones de células microbianas en un adulto. La microbiota intestinal es un ecosistema de microorganismos adaptados a vivir en el tracto digestivo. Son comunidades de microorganismos que viven en la luz y la superficie de la mucosa intestinal, incluyendo microorganismos residentes y en tránsito. Los microorganismos intestinales desempeñan un papel esencial en el desarrollo y mantenimiento de un sistema inmunitario eficaz y saludable. Por lo menos, el 80% de la producción de anticuerpos en el cuerpo humano adulto se realiza localmente en la mucosa intestinal. El estómago y el intestino delgado realizan la mayor parte las tareas digestivas, pero el residuo que no ha sido digerido previamente pasa a intestino grueso, donde está el colon. Factores como la dieta, la ingesta de medicamentos (antibióticos, omeprazol, edulcorantes artificiales), los cambios de residencia o el tiempo de tránsito colónico, tienen un impacto en la composición microbiana. Los prebióticos en la disbiosis intestinal El término disbiosis se refiere a la pérdida o ruptura del estado de simbiosis (equilibrio) entre el individuo y la microbiota. La diarrea asociada a Clostridium difficile, las enfermedades inflamatorias intestinales (colitis ulcerosa, enfermedad de Crohn), algunos trastornos funcionales gastrointestinales (síndrome del intestino irritable), el cáncer colorrectal, la obesidad, la diabetes tipo 2, la esteatohepatitis no alcohólica, la enfermedad hepática crónica avanzada, se asocian a composición anormal de la microbiota intestinal. La baja diversidad se asocia con un desequilibrio entre especies pro y anti-inflamatorias, que puede condicionar inflamación intestinal y perjudicar la función barrera de la mucosa. Desde un punto de vista funcional, la baja diversidad está asociada con una reducción en las bacterias productoras de butirato, un aumento del potencial de degradación del moco, una reducción en la producción de hidrógeno y metano combinada con una mayor formación de sulfuro de hidrógeno. Por tanto, la pérdida de diversidad asociada a enfermedades inflamatorias crónicas no transmisibles, que son comunes en la sociedad desarrollada, afecta principalmente a pérdida de abundancia de especies fermentadoras.

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